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lunes, 22 de julio de 2019

MENÚ PARA EL PROGRAMA DEL VIERNES 26 DE JULIO DE 2019

MENÚ PARA EL PROGRAMA DEL VIERNES 26 DE JULIO DE 2019
* Presentaremos voces de cantantes que no lo eran
* Oiremos cómo cantaron actores, cómicos, compositores, toreros, boxeadores y demás
* Presentaremos en la Cadena del recuerdo la historia de Joaquín Murrieta; y en la sección Ay Jalisco no te rajes, semblanza de Pepe Jara, segunda parte

1. Este viernes en el programa Hasta que el cuerpo aguante escucharemos voces que tal vez no sean del agrado de los gustosos de la música de antaño, decimos eso porque presentaremos grabaciones de personajes que tal vez su carrera no era la de cantantes como tal, pero que se atrevieron a poner su voz en el disco alguna vez: actores, cómicos, compositores, toreros, boxeadores o personajes del mundo artístico se dedicaron a cantar, pero con un estilo muy particular. En la larga lista podemos encontrar a actores que evidentemente su fuerte no era la cantada como David Reynoso, Manuel Capetillo o María Félix. En este programa hemos incluido también las voces de compositores que a pesar de que sus creaciones como autores eran de excelente manufactura, su voz no era tal vez la adecuada para arrastrar multitudes, como el caso de Ignacio Fernández Esperón, Tata Nacho, el chileno Juan S. Garrido que también grabó algunos discos con su muy grave voz, que para muchos era agradable y que incluso en la radio de antaño se podía escuchar con frecuencia; otro compositor sin duda que está en esta categoría es el propio Claudio Estrada o hasta El flaco de oro, Agustín Lara. Otro de los compositores que también grabó varias de sus canciones, aunque evidentemente la cantada no era lo suyo, fue Pepe Guízar, quien llevó al disco muchísimos de sus grandes éxitos acompañado normalmente de sus Caporales. El compositor jalisciense Manuel Álvarez, Maciste, grabó por ejemplo para el sello victor y Peerless canciones como “La cantinera”, “Llorando” y “viva la vida”, solo acompañado de su guitarra. No podemos olvidarnos de cómicos que en sus facetas cantaron temas, la mayoría de ellos en tono jocoso, como Agustín Izunza, Alfredo Varela, Varelita, o el propio Joaquín Pardavé, aunque no podemos olvidarnos del cómico Fernando Soto, Mantequilla, quien grabó un disco LP completo con temas serios. Sin embargo, aquí podemos incluir a cantantes que su carrera esa precisamente, la de intérpretes vocales, pero que sus voces siempre han tenido algunos detractores musicales, en este rubro podemos mencionar a los cubanos Ignacio Villa, Bola de nieve, María Teresa Vera, o el fronterizo Arturo Vázquez El chueco, este último poseedor de una voz chillona que tuvo éxito en los cabarets arrabaleros de la frontera tamaulipeca. Otros más: Abundio Ortiz y Pedro Galindo.

2. La idea de hacer un programa con voces cuya belleza en la interpretación estaba a discusión surgió al oír al cantante Arturo Vázquez, El Chueco: Una de las canciones más representativas del estilo arrabalero en el bolero es sin duda “Escoria humana”, llevada al disco por Manuel Pomián, las hermanas Padilla, entre otros intérpretes. El autor es el tamaulipeco Arturo Vázquez, a quien le decían “El Chueco”. Según datos aportados por Omar, Arturo Vázquez era originario de Nuevo Laredo, Tamaulipas y fue muy famoso en el noreste de México durante los años treinta y cuarenta. Trabajó mucho en centros nocturnos de dudosa reputación (principalmente en bares, cantinas y en negocios ubicados en las llamadas zonas rojas) de Nuevo Laredo y Monterrey, principalmente, y se acompañaba de su piano. “El Chueco” Vázquez poseía un estilo muy característico para cantar con una voz muy delgada y chillona. Interpretaba boleros y canciones de desamor con el mismo estilo que el veracruzano Manuel Pomián, quien por cierto también grabó el bolero “Escoria Humana”. “El Chueco” padecía estrabismo y arrastraba una de sus piernas, de ahí el apodo. Grabó para Discos Falcón y Discos Imperiales, entre otros sellos discográficos. Su rostro le daba un aire Alejandro Ciangherotti (véase foto). Sin duda Arturo Vázquez era un bohemio empedernido.

3. Uno de los compositores cuya voz no era un derroche de virtudes precisamente fue el extraordinario compositor Ignacio Fernández Esperón, alias Tata Nacho, quien falleció el 5 de junio de 1968. Nació el 14 de febrero de 1894. Su vocación musical nació cuando era niño al escuchar a su madre, doña Piedad, tocar el piano. Siendo aún muy joven se traslada a la ciudad de Nueva York para estudiar música y durante su estancia es compañero de cuarto de George Gershwin. En la gran urbe conoce y desposa a María Zepeda Ávila, también mexicana. De allí se traslada a España como representante de México en la Feria Mundial de Sevilla de donde parte hacia París, en donde continúa sus estudios musicales y es discípulo, entre otros, de Edgar Varèse. Antes del inicio la II Guerra Mundial, regresa a México ya con la idea de fundar una sociedad de compositores. Así, con el concurso de Mario Talavera y Alfonso Esparza Oteo se crea lo que más tarde se convertiría en la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM) de su patria. Entre otras muchas y destacadas actividades, Tata Nacho, como era cariñosamente conocido desde su adolescencia, fue director de la Orquesta Típica de la Ciudad de México, musicalizó varias películas y fue director musical de diversos programas de radio. Según el sitio de la SACM, el apodo Tata Nacho viene de una ocasión en que sufrió una terrible caída en su escuela y perdió la dentadura completa. Mientras le preparaban una postiza, los demás niños en la escuela se burlaban de él por el modo en que hablaba como anciano y le pusieron el apodo de Tata Nacho, el cual se le quedó para toda la vida.

4. Conocemos la obra de Manuel Álvarez, Maciste, como compositor, pero poco se conoce como cantante. Gracias a la amable colaboración del coleccionista tamaulipeco Luis Jaime Chapa, presentaremos la voz de Maciste interpretando una de sus canciones más conocida “La cantinera”, en una grabación del año de 1935 para el sello Víctor, en la que el jalisciense se acompaña sólo de su guitarra. Manuel Álvarez Rentería, llamado Maciste, fue originario de Tequila, Jalisco, en donde nació, el 8 de agosto de 1892. Desde pequeño mostró una extraordinaria afición para tocar guitarra, y al fin logró el dominio de tan difícil instrumento, mediante los estudios que realizó en la ciudad de Mérida, Yucatán. Sus actividades profesionales como guitarrista y cantante se iniciaron en la ciudad de México, especializándose en cantar tangos. Su primera canción fue “Ojos Rojos”, a la que siguieron muchas más, de las que mencionaremos, entre otras, “La Golfa”, “Paris”, “Fíjate cómo hablas”, “Manos blancas”, etcétera, pero las más conocidas y famosas de su repertorio son “Angelitos Negros”, “Virgencita de Talpa” y “Me sobra corazón” (Trío Los Delfines). Incursionó, además, en el cine estadounidense, actuando en varias películas producidas en Hollywood, entre ellas, La luciérnaga, Sólo los ángeles tienen alas, Viva Villa, La Audacia de Pablo Bragaza, etcétera. A su regreso a la patria, el cine nacional lo incorporó a sus filas, debutando con la cinta “La hora de la verdad”, donde cantó su producción, “Adiós de un Torero”, dedicada al tapatío, Pepe Ortiz.

5. Otro compositor que grabó sus canciones fue Pepe Guízar y este viernes escucharemos algunas canciones con toque muy mexicano interpretadas por Pepe Guízar y sus Caporales, grabaciones realmente históricas que son auténticos garbanzos de a libra. Conocemos la figura de Pepe Guízar más como compositor que cantante, pero en estos discos del sello Azteca nos damos cuenta que Guízar también poseía un gran entusiasmo para cantar. Llamado “El pintor musical de México”, fue un compositor mexicano de música popular. Es autor de canciones rancheras, sones jaliscienses y boleros. Nació en Guadalajara, Jalisco, el 12 de febrero de 1912 y murió el 27 de septiembre de 1980. Realizó sus primeros estudios en su ciudad natal y se trasladó a la Ciudad de México en 1928, donde realizó estudios de música, declamación y poesía. En la radiodifusora XEW fue bautizado atinadamente como “El pintor musical de México” porque sus composiciones dibujan la geografía musical de México. Fue un compositor folclórico que se esforzó por vestir de gala a la canción mexicana; la llevó más allá de las tabernas y los barrios para introducirla a los salones haciéndola competir con el tango y el bolero, cuando éstos estaban de moda. Enamorado de la provincia mexicana y con profundo arraigo nacional le cantó a México, a su gente, al mariachi y al pueblo de Jalisco. Además de otras canciones compuso: Guadalajara, Tehuantepec, Corrido del Norte y Como México no hay dos. (Foto de la Revista Somos).

6. En la sección La Carpa oremos a cómicos como Agustín Isunza, Alfredo Varela y Joaquín Pardavé. El 23 de agosto de 1978 murió Agustín Isunza, quién tuvo una destacada carrera a lo largo de más de 195 películas, como uno de los más sólidos actores secundarios de nuestro cine, con grandes dotes para la comedia. Publica Cineforever que Agustín Isunza del Palacio nació en Múzquiz, Coahuila, el 3 de septiembre de 1900. Su padre era pagador de un regimiento de caballería, por lo cual no es de extrañar que, a los 15 años, Agustín se alistara en el ejército carrancista, habiendo permanecido en las filas militares durante catorce años, dándose de baja con el grado de subteniente. Isunza contó en una entrevista publicada en los Cuadernos de la Cineteca Nacional: Testimonios para la Historia del Cine Mexicano que “El 18 de junio de 1930 debuté como cómico en el Teatro Garibaldi, al lado de Miguel Inclán, en una cosa que hacía el Panzón Roberto Soto. Gusté y al final me hice figura. Ahí, con la compañera de mi presentación, Celia Tejeda, se llegó a formar una pareja, pues éramos las estrellas.” En 1935 pasó a formar parte del elenco estable de la Cía. de Joaquín Pardavé, con quien hizo giras por el interior de la República Mexicana. Otras compañías con las que actuó fueron las de José Campillo, Roberto Soto, con quien trabajó en "México a través de los siglos" (1938), Manuel Castro Padilla y la de Revistas Cómicas Alegría y Enhart. En el cine debutó en 1937 en La Adelita de Guillermo Hernández Gómez, al lado de Pedro Armendáriz y Esther Fernández, a partir de la cual fue ligando película tras película hasta llegar a 1975. Su interpretación del personaje Juan Primito en Doña Bárbara (1943) de Fernando de Fuentes, suele considerarse su mejor caracterización y se trata de un papel dramático, el cual no tuvo nada que ver con sus estereotipadas actuaciones de patiño. Junto con Armando Soto La Marina "El Chicote" y Fernando Soto "Mantequilla", formó el trío más destacado de cómicos de apoyo que desfilaron en la Época de Oro del cine mexicano.

7. Escribe Solange García en el Diario Crónica que hace aproximadamente 40 años en las tiendas de discos la imagen de María Félix aparecía en los anaqueles no como atractivo de portada, sino como la cantante que entonó algunos de los temas de quien fue su esposo, Agustín Lara. Desde aquél entonces, en que este lanzamiento causó revuelo al presentar a una de las actrices del momento como cantante, esta faceta de La Doña no se había presentado hasta que en 1998 la propia actriz se aventuró a grabar un disco, Enamorada, en el que algunas de las canciones son los tangos que tanto le gustaban. Aunque el primer disco donde es acompañada por la orquesta de Chucho Ferrer se agotó rápidamente en su época, y ahora es un objeto de culto y colección para sus admiradores, existió otro disco que la RCA Víctor, ahora BMG, editó a mediados de la década de los sesenta, dentro de la colección "Las estrellas de La hora azul", donde María Félix interpreta 20 éxitos de Agustín Lara. La faceta de María como cantante comenzó un poco en broma, un poco en juego y un mucho por la presión de sus admiradores quien sin querer le exigían a su estrella aparecer en público. Luego de armar un sketch cómico junto al actor Andrés Soler, con quien se fue de gira por Sudamérica, María Félix terminaba "el numerito" con bromas y cantando algunos boleros, "advirtiéndoles que no me consideraba cantante. Yo solo decía las canciones, nunca presumí de tener una gran voz". (Con datos tomados de http://www.cronica.com.mx/notas/2002/10556.html).

8. Sobre Ignacio Villa, Bola de Nieve, Deny Extremera escribió en 2003: Cantó vestido de frac, a risa suelta. Cantaba a su antojo, moldeaba la canción entre las ventanas de su diálogo, sus inflexiones y su voz ronca (de "vendedor de duraznos y ciruelas", como solía decir), y siempre dejaba una nota irónica y humana. Cantó sin voz, arrancando aplausos, en idiomas de cuatro continentes. Con su desmesurada sonrisa, rompió el empaque de la gala teatral. Impuso una expresión que envolvía hiriente sátira, inocente bonhomía. La amabilidad del gesto y la sonrisa, la elegancia impecable, la media voz y las melódicas armonizaciones sobre la tosca figura, el timbre áspero y la vitalidad agreste de los ritmos criollos fascinaron a todos aquellos quienes apreciaron su arte. Poseedor de los misterios de la técnica musical, gozó además de una cristalina personalidad y una mezcla encantadora de alta cultura y sencillez de pueblo. No creía en la improvisación y decía que no había trabajado en teatro por hobby ni por récord, sino por aquello de que había que comer y hay que trabajar. "Yo no me creo compositor, ni me respeto como tal, de las cosas que así me salieron, cancioncitas de esas baratas que yo hago, algunas han gustado. Yo creo que la palabra compositor es demasiado seria y respetable. Yo he hecho cancioncitas"...Así era de humilde. Lo cierto es que Edith Piaf se sorprendía porque nadie podía interpretar como él su canción La vie en Rose, y Andrés Segovia afirmaba que escucharlo era como asistir al nacimiento de la palabra y la música. Sobre sus composiciones también llovieron los elogios, pero son composiciones que sólo él podía y podría cantar, en una extraña y subyugante simbiosis. (Datos tomados de http://www.elnuevocojo.com/musica/itemlist/user/148-denyextremera).

9. El desconocido cantante Abundio Ortiz realizó, con su característica forma de cantar, una gran cantidad de discos de 78 rpm durante la década de los años treinta para los sellos discográficos DECCA y Bluebird, principalmente. Ortiz fue, aparte de cantante solista, un destacado guitarrista, pero hay pocos datos biográficos de él. El investigador musical Óscar Berruecos Uribe señala que Abundio Ortiz era una voz que decía las canciones como su admirado Agustín Lara, de quien interpretó y grabó muchas canciones en esa década de los treinta. Desde la opinión del equipo de Hasta que el cuerpo Aguante, su tono recuerda mucho aquella antigua voz del trovador peninsular Octavio Mas Montes. Abundio Ortiz se hace acompañar en algunos discos con una o dos guitarras, pero en otros más el acompañamiento musical incluye violín y piano. Aparte de interpretar a Agustín Lara, Abundio Ortiz cantó también temas como “Agua le pido a mi dios”, “El limoncito”. El caimán”, “A lo macho”, “El borlote”, “Tanto he sufrido” y otras, así como algunos boleros de Gonzalo Curiel y Rafael Hernández, entre otros. Por su parte el cantante campechano Octavio Mass Montes u Octavio Max Montes nació en Ciudad del Carmen, Campeche, el 2 de noviembre de 1889 y falleció en la ciudad de México hacía 1970. Escribe Don Luis Pérez Sabido en su Diccionario de la Canción Popular en Yucatán que Max Montes fue un trovador y compositor que formó parte de los trovadores yucatecos avecindados en la ciudad de México. Improvisa letras que él mismo musicaliza y da a conocer en rondas nocturnas como parte de su trabajo serenatero. En diciembre de 1932, acompañado de su guitarra, graba en San Antonio, Texas, para el sello Brunswick varias canciones cuya paternidad se atribuye como “Magia del amor”, “Manitas de terciopelo”, “Estatua de mármol” y “Mujercita oriental”. Foto tomada del Libro Bolero: Historia documental por Pablo Dueñas

10. En la sección Ay Jalisco no te rajes, nuestro colaborador en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, Alberto Ramírez Martínez nos presentará la segunda parte de la semblanza de Pepe Jara, a través de una conversación con la hija del cantante, Rosario Jara Velázquez. Después de que se disolvió el Dueto Miseria, que hizo con Gilberto Valenzuela, Jara se convirtió en el mejor intérprete de la obra musical del compositor oaxaqueño Álvaro Carrillo. Pepe decía que las mujeres le podían fallar, pero su guitarra nunca, por eso la consideraba su más fiel compañera. Pepe Jara fue amigo de Pedro Infante, Amparo Montes, así como de los escritores Octavio Paz, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes. Estos últimos quizás le inspiraron para que publicara un libro de memorias titulado "El Andariego", en el cual cuenta su vida y sus anécdotas. Pepe Jara fue una enamorado, se casó en tres ocasiones, primero con la joven Socorro Velázquez Jaime, después con la comediante y actriz Leonorilda Ochoa y al final con la señora Silvia Hermosillo, que fue quien la acompañó hasta el final de sus días. El cantante no tenía miedo a la muerte, decía que ésta le "pelaba los dientes", por eso era como una buena amiga; más cuando ya la había visto de cerca en tres ocasiones, debido a accidentes aéreos que sufrió. El primer percance fue a bordo de un avión fumigador; el segundo, en una avioneta, y el último, cuando estuvo en mayor peligro, fue en Guadalajara, Jalisco, acompañando a un diputado que lo invitó a volar en su avioneta. Pepe Jara, El trovador solitario, falleció el 30 de julio del 2005, en la ciudad de México, a la edad de 77 años.

11. En La cadena del recuerdo presentaremos la leyenda de Joaquín Murrieta, figura legendaria en California durante la Fiebre del oro de la década de los años de 1850. De uno u otro modo, para algunos activistas políticos su nombre ha simbolizado la resistencia latinoamericana ante la dominación económica y cultural de los angloparlantes en las tierras de California. La historia de Joaquín Murrieta es legendaria y popular, es la audacia y la dignidad de los despojados del suelo y sus derechos. Tradicionalmente, se asegura que Joaquín Murrieta llegó a California en 1850 para buscar fortuna durante la fiebre del oro. En vez de oportunidades, encontró racismo y discriminación; primero por la aprobación de la ley que obligaba a pagar un alto impuesto a los mineros de origen latinoamericano que laboraban en las minas californianas y, después, por la violación y asesinato de su esposa. Algunos lo hacen chileno, Pablo Neruda, en su obra Fulgor y muerte de Joaquín Murrieta, apuntaba que Murrieta era chileno. Otros lo nombran como mexicano de Sonora. Una de las grabaciones del Corrido de Murrieta más bien logradas se debe a Los Madrugadores de Don Pedro J. González, agrupación originaria de Los Ángeles, California que en el mes de septiembre de 1934 llevaron al disco ese corrido en viejos discos de 78 rpm.

Estas canciones y otras más son las que le presentaremos este viernes 26 de JULIO de 2019 en “Hasta que el cuerpo aguante”, desde Aguascalientes, México. 

* El orden en que se anuncian las canciones no necesariamente es el orden en que se presentarán durante el programa

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